La Buena Semilla: Viernes 10 Enero
Viernes
10
Enero
(Jesús dijo:) La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Juan 14:27
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.
Isaías 26:3
La paz, mi paz

¿Cuál es la diferencia entre “la paz” y “mi paz” en el primer versículo de hoy?

La paz que Jesús nos deja es la paz que resulta del perdón de Dios. En la cruz, el Señor Jesús sufrió el castigo de Dios contra nuestros pecados. El que lo cree para sí mismo es hecho justo y está en paz con Dios. ¡Qué paz para la consciencia saber que Dios no se acuerda más de nuestros pecados! (Hebreos 10:17).

Así, Jesús dijo que nos dejaba la paz porque iba a cumplir en la cruz la obra que debía reconciliarnos con Dios. Esta paz la pagó al precio de su vida (Colosenses 1:20).

El Señor también da su paz. La paz que Jesús experimentaba no tenía relación con el perdón de los pecados, porque él era sin pecado. Su paz era la paz del espíritu y del corazón. Provenía de su intimidad con su Dios y Padre, estaba unida a su obediencia y a su confianza perfectas.

En nuestras vidas, los temas de turbación o miedo son numerosos. En todas las circunstancias, busquemos la presencia de nuestro Padre y su comunión, como Jesús cuando estaba en la tierra. Entonces conoceremos “su” paz, la paz de aquel que pone la confianza en Dios.

La paz que el Señor nos da también está unida a la oración, por medio de la cual podemos presentarle todos los detalles de nuestra vida. Dejémosle todas nuestras preocupaciones. ¡Nada es demasiado grande ni demasiado pequeño para él! Entonces, “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).

Génesis 12-13 – Mateo 8:1-22 – Salmo 7:1-8 – Proverbios 3:1-6