La Buena Semilla: Sábado 11 Enero
Sábado
11
Enero
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas.
Isaías 40:30, 31
Yo el Señor, el primero, y yo mismo con los postreros.
Isaías 41:4
Feliz al ocaso de la vida

Feliz aquel que, incluso si no ve o no escucha gran cosa, busca en el silencio lo que Dios quiere decirle, y no está distraído por el ruido que lo rodea. Feliz aquel que, en su vejez, acepta la diferencia que lo separa de las generaciones siguientes. Él, siendo de otro tiempo, está confrontado a nuevas formas de vida. Pero puede afirmar que Dios nunca cambia, que es eterno. Él es el Dios de los padres y de los hijos, es el mismo cualquiera que sea el contexto de la vida.

Feliz el que no puede llevar las cargas de los otros sino por la oración, y que lo acepta. Feliz el que sabe dejar a los sucesores su lugar y su influencia sin mostrar frustración. Feliz el que, fuerte de su debilidad, experimenta que la gracia de Dios le basta. Feliz el anciano que no está recordando sus pesares, sus quejas, sus dudas y que, al contrario, ha aprendido a vivir en la paz de Cristo. Podrá testificar, en un mundo materialista, que a través de la evolución de una época ha guardado la única cosa que no cambia jamás: la certeza de la presencia de Dios y de su amor.

Felices los que desean alabar a su Señor hasta el fin, dando así un poderoso testimonio a quienes les siguen.

Si de la felicidad que pasa
 – La fuente debe secarse,
Es suficiente tu gracia
 – ¡Para vivir y para morir!
Sobre ti yo descanso,
 – Oh Jesús, ¡mi Salvador!
¿Hace falta otra cosa
 – Para gustar la felicidad?

Génesis 14 – Mateo 8:23-34 – Salmo 7:9-17 – Proverbios 3:7-8