La Buena Semilla: Viernes 1 Mayo
Viernes
1
Mayo
Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
Romanos 5:10
Con una sola ofrenda (Cristo) hizo perfectos para siempre a los santificados.
Hebreos 10:14
Un solo sacrificio para los que creen

Quizá nos hemos preguntado por qué la muerte de un solo hombre, Jesucristo, basta para la salvación de innumerables creyentes. ¿Cómo pudo Jesús llevar en la cruz el castigo que merecían todos los pecados de ellos? Antes de contestar, debemos hacer otra pregunta: ¿Quién es Jesucristo? No es solo un hombre, es el Hijo de Dios. Por eso su muerte tiene un valor infinito.

El mal que cometemos no solo es una falta para con los hombres, sino primeramente para con Dios, y esta falta se llama pecado. Es una ofensa contra el Dios Santo, nuestro Creador. Ninguna obra humana puede borrarla. El juicio de Dios debe ejecutarse de todos modos: sea sobre el que la cometió, sea sobre un sustituto perfecto, capaz de soportar enteramente este juicio. En su propia perfección, Jesús, el Hijo de Dios, es ese sustituto para todos los que se arrepienten.

Un hombre, aun ejemplar, no habría podido pagar el precio infinitamente alto de nuestra salvación. Y si este precio no fuera pagado totalmente, no habría salvación posible. Además Dios, quien es perfectamente santo, no podría aceptar nuestras obras para pagar nuestra deuda o para completar lo que faltase.

La Escritura nos enseña que Cristo es Dios mismo, manifestado en naturaleza humana. Por eso su muerte tiene un valor infinito, de tal manera que la gracia puede ser ofrecida a todos los hombres. Su muerte basta para salvarnos. Por eso, al morir, Jesús dijo: “Consumado es” (Juan 19:30).

Isaías 44 – Marcos 5:21-43 – Salmo 50:16-23 – Proverbios 14:25-26