La Buena Semilla: Domingo 8 Noviembre
Domingo
8
Noviembre
He aquí había allí uno que tenía seca una mano… (Jesús) dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.
Mateo 12:10, 13
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas.
Eclesiastés 9:10
La mano paralizada

¡Es grave tener una mano paralizada! La autonomía se reduce, y la acción más sencilla se vuelve complicada. Tal vez algunos de nuestros lectores lo experimenten a diario. En el evangelio según Mateo hallamos la historia de un hombre que tenía esta discapacidad. Pero Jesús le pidió que hiciese una cosa imposible para él: “Extiende tu mano”, le dijo. Al obedecer, el inválido dio prueba de su fe. Su mano fue restaurada; la sanación milagrosa fue evidente para todos.

Por naturaleza, cada uno de nosotros es incapaz de hacer algo bueno para Dios. Este es el sentido simbólico de la mano paralizada. La curación que este hombre experimentó en su cuerpo, nosotros podemos experimentarla desde hoy en nuestra alma. Para ello tenemos que confiar plenamente en el Señor Jesús. Todo el que va a Jesús con fe, reconociendo su incapacidad, y lo acepta como su Salvador, pasa a ser una “nueva criatura” (2 Corintios 5:17). No podía hacer nada para ser liberado, pero ahora puede ser salvo por gracia, por medio de la fe. Pasa a ser un nuevo hombre, creado en “Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano” (Efesios 2:8-10).

Jesús puede transformar nuestras manos, inútiles en otro tiempo, en manos activas, diligentes y hacedoras de buenas obras. Ahora la Palabra de Dios nos anima a hacer el bien: “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6:10).

Deuteronomio 32:1-28 – Juan 21 – Salmo 119:153-160 – Proverbios 27:5-6