La Buena Semilla: Jueves 19 Diciembre
Jueves
19
Diciembre
Alza sobre nosotros, oh Señor, la luz de tu rostro… En tu presencia hay plenitud de gozo… Tu rostro buscaré, oh Señor.
Salmos 4:6, 16:11, 27:8
Dios: su rostro (7)

Es frecuente hallar referencias al rostro de Dios en todo el Antiguo Testamento. Lo vemos especialmente en la historia de Moisés. Dios lo había escogido para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto, para darle la ley del pacto y conducirlo a la tierra prometida. Moisés tenía una relación íntima con Dios. “Hablaba el Señor a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (Éxodo 33:11). Así pudo cumplir con la misión que se le había encomendado.

Cuando amamos a alguien, nos agrada verlo. David oró: “Tu rostro buscaré, oh Señor” (Salmo 27:8). Era la expresión de un amor real, de un intenso deseo de comunión.

El rostro de Dios es Dios mismo, vuelto hacia el hombre, manifestado a este mundo a través de su Hijo Jesucristo, quien dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9).

El primer versículo de hoy evoca la luz de la presencia divina. Esta luz ilumina a todo creyente, pone al descubierto nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestras intenciones. Es urgente buscar su rostro recibiendo su mensaje de gracia: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31). Entonces pasamos de la oscuridad a la luz. “Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7). Estamos, pues, invitados a vivir en la verdad y el gozo de su presencia, para reflejar algo de esa luz en nuestro alrededor.

La piel del rostro de Moisés resplandecía, porque él había hablado con Dios (Éxodo 34:29, 35). ¡Qué testimonio tan impresionante para los que lo vieron!

(fin)

Jueces 10:1-11:11 – Apocalipsis 12 – Salmo 144:9-15 – Proverbios 30:10