La Buena Semilla: Sábado 27 Enero
Sábado
27
Enero
Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Génesis 2:7
Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?
Salmo 8:3-4
Soy polvo… pero Dios me ama

«Si nos detuviéramos en las dos primeras palabras, no habría nada de qué enorgullecernos. Cada uno de nosotros no es más que “polvo de la tierra”. Sin duda, automáticamente, muchas veces usted ha soplado el polvo que le molestaba, y enseguida olvidó que existió. De la misma manera, bastaría que Dios soplara sobre mí para que yo desapareciera…

Sin embargo, la Biblia también dice que Dios me ama. Se dignó soplar “aliento de vida” en mí para que me convirtiera en un ser vivo capaz de comunicarme con él. ¡Sigo siendo polvo, es cierto, pero amado por Dios!

¡Sí, Dios Creador, te preocupaste por mí, que soy polvo, y te acercaste! Quisiste venir a mí en forma humana, mediante Jesucristo, y sacrificarte, para lavarme de todo lo que me ensuciaba, de mi rebeldía y mi desobediencia a tu ley. ¡Puedo decir sin orgullo que soy importante para Dios! Él me lo dice en la Biblia, y no creerle sería orgullo.

Me has hecho tu hijo; me has dado tu Espíritu, por el que sé que soy tu hijo, y por el que clamo: ¡Abba, Padre! (Romanos 8:15-17). Un Padre, uno de verdad, tierno, fuerte, que ama y nunca abandona a su hijo. ¡Qué destino para el polvo que soy!

También has mostrado este amor a cada uno de mis contemporáneos, al que está leyendo esta hoja en este mismo momento. ¡Cómo me gustaría compartir este amor con él!».

Stéphane

Génesis 30 – Mateo 17 – Salmo 17:10-15 – Proverbios 5:15-20