La Buena Semilla: Sábado 10 Agosto
Sábado
10
Agosto
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
Juan 11:43
Dios, nuestro Dios ha de salvarnos, y del Señor es el librar de la muerte.
Salmo 68:20
El Príncipe de la vida

Los evangelios relatan tres ocasiones en las que Jesús resucitó a un muerto. Estas escenas demuestran que Jesús es el “Hijo de Dios con poder” (Romanos 1:4), y que tiene autoridad para decir: “Todo aquel que ve al Hijo, y cree en él”, tiene “vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40).

– Jairo, un principal de la sinagoga, rogó a Jesús que fuese a su casa y sanase a su hija moribunda. Pero antes de que el Señor llegara a la casa, alguien comunicó a Jairo que su hija había muerto, que ya era demasiado tarde. Jesús lo consoló y lo animó a creer: “No temas; cree solamente, y será salva” (Lucas 8:50), luego fue y resucitó a la niña.

– En otra ocasión, acompañado por sus discípulos y una gran multitud, Jesús se encontró con un cortejo fúnebre: una viuda iba a sepultar a su único hijo. Jesús, sensible al dolor de esta madre, “se compadeció de ella, y le dijo: No llores” (Lucas 7:13). Entonces resucitó al muerto, le ordenó levantarse y lo devolvió a su madre.

– Marta y María enviaron a decir a Jesús que su hermano Lázaro estaba enfermo. Jesús esperó dos días, y llegó cuando Lázaro ya estaba en la tumba. Su perfecta sensibilidad al dolor humano se expresó mediante este gesto: “Jesús lloró” (Juan 11:35). ¡Y luego lo resucitó!

La simpatía del Señor sigue siendo la misma hoy, pues él mismo resucitó y fue llevado al cielo. Él quiere consolarnos en todas nuestras penas, especialmente dándonos la certeza de la próxima resurrección de todos los hijos de Dios.

Jeremías 14 – Lucas 19:1-27 – Salmo 92:5-9 – Proverbios 21:5-6