Eso es lo que se dice hoy en día. Muchos consideran que el pecado es solo una palabra inventada por la religión para asustar a la gente. Pero el que quiere deshacerse de la noción de pecado, al mismo tiempo rechaza la Biblia. En efecto, el Dios que ella revela es nuestro Creador, y él sabe exactamente lo que somos y de lo que somos capaces. Él es soberano, perfectamente santo, y no tolera el mal. ¡Cada ser humano tendrá que rendirle cuentas! Él juzgará nuestra conducta según sus criterios, y sus criterios no son los nuestros. Pecar es precisamente no cumplir sus mandamientos, y desafortunadamente nadie puede cumplirlos. Dios dice: “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Por eso, aún hoy, esta hoja habla del pecado. No para asustar, sino para mostrar la solución que Dios ha encontrado a dicho problema. Dios ama a todos los seres humanos, a pesar de sus defectos, por eso dio a su Hijo Jesucristo, quien vino a morir para borrar los pecados de los que lo aceptan como su Salvador. Dejó el cielo para venir a este mundo y acercarse a las personas que sufren las consecuencias del pecado. Sufrió las burlas y la violencia de los hombres, pero proclamó a todos los que lo escuchan: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).

Sí, el pecado existe, está en cada ser humano. Pero Jesús murió en la cruz para salvar a todo el que cree en él.