La hija de un líder religioso llamado Jairo se estaba muriendo. Angustiado, el padre rogó a Jesús que fuese a curar a su hija, y Jesús lo acompañó. Pero una gran multitud rodeó y retrasó a Jesús. Una mujer enferma desde hacía doce años necesitaba su ayuda. Mientras Jesús se ocupaba de ella, Jairo recibió un terrible mensaje: “Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” (Marcos 5:35). «Está muerta, es demasiado tarde», así pensaban los conocidos de Jairo. Jesús también escuchó el mensaje. Comprendió la desesperación del padre y le dijo: “No temas, cree solamente”. Entonces Jesús siguió su camino hacia la casa de Jairo y resucitó a la niña.

Padres cristianos, cuando un hijo nos preocupa, de una manera u otra, pidamos al Señor por él, como Jairo. A veces el tiempo pasa, el estado del hijo empeora y parece que el Señor no responde. Pensamos que ahora, de todos modos, es demasiado tarde… Nuestro hijo ha ido demasiado lejos, o ha caído demasiado bajo. Nuestro entorno es pesimista. ¿Para qué molestar más al Maestro? ¿Aún puede hacer algo?

Si estamos a punto de desesperarnos, leamos lo que Jesús dijo a este padre: “No temas, cree solamente”. Porque para el Hijo de Dios, nunca es demasiado tarde para actuar. Ciertamente, él cura a los enfermos, pero también resucita a los muertos. Hagamos como Abraham, el padre de los creyentes: “Creyó en esperanza contra esperanza” (Romanos 4:18).