La Buena Semilla: Sábado 18 Mayo
Sábado
18
Mayo
Varios pasajes de los evangelios subrayan los detalles que muestran a Jesús como hombre y también los que lo muestran como Dios.

En la ciudad donde Jesús se había criado, un día habló en la sinagoga. Todos escucharon con interés a este hombre a quien conocían, pero pronto sus palabras los turbaron; entonces lo echaron y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba construida su ciudad, para arrojarlo al vacío. ¡Qué violencia! Jesús se dejó llevar por esta multitud enfurecida. “Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue” (Lucas 4:30). ¡Su poder se mostró con toda sencillez!

Más tarde, en Jerusalén, Jesús fue el centro de todas las conversaciones. Todo el mundo se hacía preguntas sobre él. Algunos lo despreciaron por su origen galileo, del norte de Israel, pues según las profecías, Cristo debía venir de Belén, del sur. Ignoraban que él había nacido precisamente allí, en medio de la pobreza y la indiferencia generalizada. Los alguaciles recibieron la orden de detenerlo. ¿Prenderían a Jesús como a cualquier otro hombre? ¡No! Su divinidad brilló de nuevo: “Y algunos de ellos querían prenderle; pero ninguno le echó mano. Los alguaciles vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y estos les dijeron: ¿Por qué no le habéis traído? Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:44-46).

Al igual que ellos, ¿estamos maravillados por la persona de Jesucristo?

(mañana continuará)

Juan 8:40, 42
El carácter divino y humano de Jesucristo (2)
Leer Juan 8:48-59

Veamos un tercer ejemplo en el que el hombre Jesús sobresale por su grandeza divina.

En el transcurso de una acalorada conversación, el tono de los judíos opuestos a Jesús se subió, y empezaron a insultarlo. Jesús los reprendió: “Yo… honro a mi Padre; y vosotros me deshonráis” (Juan 8:49). Más adelante subrayó la fe de Abraham, quien vislumbró el nacimiento del Mesías: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56). Los adversarios de Jesús no entendieron estas palabras y replicaron despectivamente: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”. Entonces, de forma soberana, Jesús pronunció una de las afirmaciones más profundas del evangelio: “Antes que Abraham fuese, yo soy”. Se identificó con el Señor que dijo: “Yo soy el que soy” (Éxodo 3:14).

La reacción fue inmediata. Pensaron que sus palabras eran blasfemas y tomaron piedras para lanzárselas. ¿Qué hizo entonces el Hijo eterno de Dios? “Jesús se escondió y salió del templo”. ¡Qué humildad, qué humanidad! Como una persona perseguida, el que había venido a ser el Salvador del mundo salió y escapó de la violencia de los hombres.

¡No podemos ser indiferentes ante Jesucristo! ¿Vemos en él un simple hombre que despierta la ira con su mensaje de verdad? ¿O recibimos sus palabras: “Antes que Abraham fuese, yo soy”? ¡Él es el Dios vivo ayer, hoy y siempre!

Joel 1 – Marcos 14:26-52 – Salmo 59:8-17 – Proverbios 15:23-24